El delirio es una manifestación relativamente frecuente derivada de patologías con afectación neurológica que cursa con confusión mental, desorientación espacio-temporal, agitación, somnolencia, incontinencia y pérdidas de memoria. Comienza de forma brusca y puede prolongarse varias semanas, a pesar de esto es tratable y reversible. Su etiología es muy diversa, desde deshidratación a efectos secundarios de la medicación.
Una vez se detectan los síntomas y se determina que se trata de delirios se inicia el tratamiento, Este irá enfocado primero a localizar la causa y corregirla ya sea eliminando agentes tóxicos o agravantes como el alcohol, corrigiendo el balance electrolítico o ajustando la medicación, en ocasiones esto puede ser suficiente para recuperarse. Si por el contrario se prolonga o no se puede establecer o corregir la causa el tratamiento se centrará en paliar los síntomas ya sea creando un ambiente cómodo y seguro o administrando medicación para la agitación o el dolor.
Para esto se establecerá un plan de cuidados que incluya mantener una iluminación apropiada, tenue pero nunca completamente a oscuras para que el paciente se pueda familiarizar con el entorno, asegurar la presencia de visitas que le transmitan tranquilidad siempre que sea posible y garantizar que se pueda poner en contacto con el personal si lo necesita. A la hora de realizar cualquier tipo de intervención se debe comenzar presentándose, recordándole en caso de ser necesario donde se encuentra, explicar de forma clara y sencilla la técnica que se va a realizar y resolver las dudas tanto del paciente como de los acompañantes.
Por último se debe tener en cuenta en todo momento que el paciente se encuentra en un estado de estrés y agitación pudiendo mostrarse poco colaborador o agresivo, ante esto se deben evitar discusiones y nos mostraremos cordiales y pacientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario